miércoles, 11 de abril de 2012

The last chance.

Llovía, más bien diluviaba. Pero él le había prometido que la esperaría toda la noche si era necesario.
Lo suyo podría superar cualquier cosa se dijeron una vez, podrían atravesar fronteras juntos si se lo proponían. Aquella noche comprobarían si eso seguía siendo cierto.
Él le había pedido una última oportunidad, la esperaría toda la noche, lo único que podría impedir que él la esperar sería la muerte. Era la última oportunidad que le había pedido, si ella no venía, aquello sería un adiós definitivo; en cambio que ella apareciera era todo para él. Si ella decidía darle esta última oportunidad, y el la cagaba otra vez no se volvería a acercar a ella jamás en la vida. Y como esta era la última oportunidad que tenía, no tenía pensado desaprovecharla porque ella era lo mejor que le había pasado en la vida, era su amor, su único y verdadero amor, con la única persona con la que podía ser tal y como era realmente, sin tener que fingir que era la bestia que todos creían que era.
Ella no lo pensaba, bueno... ya no estaba tan seguro de lo que ella pensaba de él, después de como se había comportado con ella. Llevaba dos horas esperando. La llama de la esperanza se iba apagando lenta y dolorosamente, pero no se movería de allí hasta que ella no apareciese o hasta que amaneciese.
Pasaban las horas, cada una más lenta que la anterior, ya había perdido la noción del tiempo cuando asomaron por el horizonte los primeros rayos de sol.
Estaba amaneciendo y ella no había aparecido.
Ya era de día. Su vida había dejado de tener sentido en aquel mismo instante.
La verdad era que él nunca había sido un mal chico, no era perfecto pero ¿quién lo era?; simplemente había tomado un par de malas decisiones en su vida. Ahora si iba a ser la bestia que todos creían que él era. Iba a ser el chico malo, insensible, egoísta, sin sentimientos, despiadado y cruel.
Aunque sabía que cuando la volviese a ver su escudo protector desaparecería como si nunca hubiera existido, sabía que cuando la volviese a ver se derrumbaría, pero ya no tenía nada más que perder.